lunes, 16 de julio de 2012

Martin du Gard, Roger. Los Thibault

(...) se volvía tranquilo, pero insatisfecho.

Aquella mañana cualquier cosa le servía de alegría.

(...) se preguntó qué iba a ser de aquella amistad que nada alimentaba desde hacía tiempo sino una fidelidad mística, cuya fragilidad acababan de comprobar.

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