jueves, 11 de abril de 2024

Esta maldita lujuria. Brailovsky, Antonio Elio

      -Trabajo para nuestras manos vacías - me dijo el tonelero de Sevilla, y quizá tuviera razón, porque el oficio de los hombres es duro, pero mucho más es no tenerlo, y por alguna razón que se me escapa el sudor de la frente no es suficiente para ganarse el pan.


     -Cuando lleguemos a la Ciudad de los Césares, señor armero -me dijo Basilio Villarino mientras levantaba un jarro de agua gris con el mismo ademán que si bebiese vino-, espero que usted me forje una coraza de oro, que se parezca a la que llevó en fierro el soberano emperador Carlos Quinto.


     -Pero, ¿y si ellos son felices así? -le pregunté.

     -No me cabe duda de que son felices -me respondió-. Por eso hay que destruirlos.

viernes, 5 de abril de 2024

Tabucchi, Antonio. Dama de Porto Pim

 El dios de la Añoranza y de la Nostalgia es un niño con cara de viejo.

(...) el dios de la Añoranza y de la Nostalgia no puede vivir en un palacio ni en una casa ostentosa, sino en una morada pobre como un gemido que está entre las cosas de este mundo con la misma vergüenza con la que una pena secreta se aposenta en nuestro ánimo. Ya que este dios no concierne únicamente a la Añoranza y la Nostalgia, sino que su deidad se extiende a una zona del espíritu que alberga el remordimiento, la pena por lo que fue y que ya no causa más pena sino tan solo la memoria de la pena, y la pena por lo que no fue y habría podido ser, que es la pena más lacerante.

Plataforma. Michel Houellebecq

 Hay cosas que se pueden hacer, y otras que parecen demasiado difíciles. Con el tiempo, todo parece demasiado difícil; la vida se reduce a eso.


En la vida puede ocurrir todo, y casi siempre nada.


La cultura me parece una compensación necesaria ligada a la infelicidad de nuestras vidas.




jueves, 4 de abril de 2024

Argos el ciego. Gesualdo Bufalino.


 (...) con decisión, como alguien que va a comprar un revólver.


Pero algo querrá decir si aquellas antiguas jornadas siguen rociando la memoria de un rubio polvo dorado. Ciertas veces me parece envejecer encadenado a mi memoria, como envejecen en las cavernas los dragones custodios junto al tesoro. Sin que nunca llegue de fuera un solo paladín a desafiarles. ¡Pobres y rugosos dragones, con su cuerpo de escamas como estípites de olivo, encarcelados en la oscuridad, en espera de un espadón que les reluzca delante y compense su paciencia! Mientras pasan los años, y una herrumbre verde crece en las cerraduras de las arcas, y una gotera del techo de roca mide a largos intervalos el tiempo y el silencio.