viernes, 30 de julio de 2010

Mel Brooks






Nunca hagas el gesto de levantarle la mano a tus hijos. Dejarás tu tórax desprotegido.

jueves, 15 de julio de 2010

Pauls, Alan









Historia del llanto

(...) sabe que es un cobarde, que nunca lo hará, que no le dará el cuero, y que por eso, porque el resplandor de esa otra vida, aunque imposible, nunca se apagará del todo y seguirá recordándole todo lo que desea y no hace, está condenado a una amargura sin remedio, condenado a envenenarse y a envenenar la vida de los que lo rodean, él incluido, naturalmente, (...)


(...) como el drogado perenne de Obélix con la poción mágica, ya no necesitará volver a bañarse en ella para disponer de sus poderes.

(...) héroe de una ficción que bien pensada sólo trata de un problema, la esperanza, cómo tenerla y perderla, cómo renovarla, y establece como un axioma esto: que la esperanza es sólo una diferencia, un resto que nunca brilla tanto como cuando tiende a cero- (...)

Él, la ficción, la usa al revés, para mantener lo real a distancia, para interponer algo entre él y lo real, algo de otro orden, algo, si es posible, que sea en sí mismo otro orden.

Dolina (sobre Maradona)






(...) a la hora de poner las manos en el fuego, el buen amigo habrá de ponerlas aun cuando sepa que es posible quemarse. Porque las manos en el fuego con la seguridad de no sufrir quemaduras las pone cualquiera. El verdadero amigo es el que pone las manos en el fuego aun cuando sabe que se va a quemar.


Nota completa: http://www.revistadebate.com.ar/2010/07/08/3039.php

lunes, 12 de julio de 2010

Bukowski, Charles.








La máquina de follar y otros cuentos



-Me recuerdas a Marty - dijo ella.
-¿Marty? -pregunté, pensando, Dios mío, aquí llega. Y llegó.
-Bueno, eres feo, sabes. En realidad no quiero decir feo, sabes, pareces cascado. Realmente cascado, más incluso que Marty. Y él era un luchador. ¿Fuiste tú luchador?
-Ese es uno de mis problemas: nunca fui capaz de luchar gran cosa.


Mi única premisa era que yo no podía pedir nada. Y como remate, disponía encima de aquel pequeño disco de fonógrafo que giraba en mi cabeza tocando siempre la misma música: no lo intentes, no lo intentes. Parecía una idea excelente.


la gente siempre te traicionará.
no confíes nunca en la gente.

sábado, 10 de julio de 2010

Belgrano Rawson, Eduardo.



(No debe haber una tapa más linda. Il. Patricia Diez)

Setembrada



Es la hora del crepúsculo, cuando uno va con la mierda al cuello, o sea triste y vacío y sin ambiciones y sin saber qué hará de su vida.


Desde entonces me di un atracón de novelas. No pienso volver a hacerlo. Me parece que los libros y las revistas sólo te arruinan la vida. Si llego a tener un niño, no dejaré que toque esas cosas. Que no se imagine jamás que luego todo se arregla al estilo de los libros.


De todos los mundos posibles, hay uno al que vuelvo y vuelvo. Lo malo es que ya no existe. De cualquier forma cierro los ojos y hago de cuenta que vamos cruzando la bruma.


Admito que la culpa es mía. Nunca sé de qué hablarle a un pibe. Quieren jugar cuando uno está reventado y hacen preguntas incontestables. Es inútil mostrar interés. "¿Qué pasó hoy en la escuela?" "Nada." Luego uno sabe que explotó el edificio o asesinaron al director. La vez que comentan algo, nadie sabe qué contestar. "María no quiere ser mi mejor amiga." ¿Qué se puede decir entonces?


Vamos a ver qué pasa.