sábado, 30 de mayo de 2015

Baricco, Alessandro. Océano mar.

     -Es posible. Pero muy improbable.
     Sólo los grandes doctores saben ser tan cínicamente exactos.

     Uno se construye grandes historias, ésa es la verdad, y puede seguir creyéndoselas durante años, no importa lo absurdas que sean, ni lo inverosímiles, te las llevas contigo y basta. Se es hasta feliz con cosas así. Feliz. Y podría no acabar nunca. Luego, un día, sucede que se rompe algo en el corazón del gran artefacto fantástico, zas, sin razón alguna, se rompe de repente y tú te quedas ahí, sin comprender cómo es que toda aquella fabulosa historia ya no la llevas encima, sino delante, como si fuera la locura de otro y ese otro fueras tú. Zas. A veces, basta con nada. Incluso una sola pregunta que aflore. Basta con eso.

     Él dice que escribir a alguien es la única forma de esperarlo sin hacerse daño.

     Instantes como agujas.


viernes, 22 de mayo de 2015

Nothomb, Amélie. La nostalgia feliz.

   

     -Su bonsái agoniza.
     -Lo sé. ¿Qué me recomienda?
     -Nada.
     -Seguro que algo se podrá hacer.
     -¿Contra la muerte?

      Cuando una historia es tan perfecta, uno teme no estar a la altura en el futuro. Me asustan los reencuentros. Los temo tanto como los deseo.

     Es lo que resulta más absurdo de eso que me hace las veces de personalidad. No sé cómo denominar este ridículo aspecto de mi ser.

     Cuanto más banal es una pena, más profunda resulta.

     Es una ley inmutable del universo: si se nos proporciona la oportunidad de experimentar una emoción intensa y noble, siempre se produce un incidente grotesco para fastidiarlo.

     Una alegría de superviviente circula por mi interior.

     -¿Iba a un centro católico sin saberlo?
     -Hemos encontrado fotos de las maestras. Iban vestidas de religiosas. ¿No se fijó en eso?

     (...) todos estamos llamados a aspirar a lo que nos supera, lo que estaría muy bien si no fuéramos de los que sufren tanto al no alcanzarlo.

     Lo juro. El simple hecho de haber tenido que prestar juramento indica el error.

lunes, 11 de mayo de 2015

Banville, John. Eclipse.

     


     Estaba asustado, y ya podía estarlo. Imaginaba aquellos pesares; aquellas euforias.

     De todos mis recuerdos de aquella época permanece una leve sensación de bochorno. Yo no era del todo lo que fingía ser.

     Los cuartos de baño poseían enormes retretes que eran como un trono, con asientos de madera, y las bañeras parecían hechas para dejar en ellas novias recién asesinadas; (...)

     ¿Qué puedo hacer sino quedarme de pie sobre este promontorio que se desmorona y contemplar el pasado mientras mengua en la distancia?

     Detecté en mi voz ese tono siniestro, empalagoso y falso de quien quiere parecer inofensivo, la voz de un malicioso viejo verde.

     Busco a tientas los huecos, los lugares vacíos, mi mente se mueve como los dedos de un ciego sobre las palabras, que siguen negándose a entregarme su secreto.