martes, 29 de septiembre de 2015

Safier, David.

     -Entonces te contaré la historia del amor más grande que jamás haya habido en Stratford-upon-Avon y probablemente en toda Inglaterra.
     Pronunció esas palabras en un tono que me provocó un escalofrío.
     -En Stratford había dos familias; la familia del zapatero Shakespeare y la familia del granjero Hathaway, ambas iguales en nobleza, enemistadas por antiguos rencores...
     -¿Antiguos rencores? ¿Qué antiguos rencores?- lo interrumpí.
     -Con los antiguos rencores, nunca se sabe -contestó lacónico.
     Eso sonaba un poco a Asterix en Córcega. O como en los Balcanes.

     -Sería en verdad sorprendente que la vida fuera de repente justa -objeté.

(De Yo, mi, me... contigo)

Y es que a veces las ilusiones deparan más alegrías que la realidad. (De ¡Muuu!)

jueves, 24 de septiembre de 2015

Baricco, Alessandro. Tierras de cristal.

Todas estas cosas y el rostro de Jun. Aquellas dos imágenes le habían entrado por los ojos como la instantánea percepción de la felicidad absoluta y sin condiciones. Se las llevaría consigo para siempre. Porque es así como te fastidia la vida. Te pilla cuando todavía tienes el alma adormecida y siembra en su interior una imagen, o un olor, o un sonido que después ya nunca puedes sacarte de encima. Y aquélla era la felicidad. Lo descubres después, cuando ya es demasiado tarde. Y ya eres, para siempre, un exiliado: a miles de kilómetros de aquella imagen, de aquel sonido, de aquel olor. A la deriva.

La verdad es que se ven y se oyen y se tocan tantas, tantas cosas... es como si lleváramos dentro de nosotros a un viejo narrador que todo el rato no hiciera más que contarnos una historia jamás acabada y rica en miles de detalles. Él nos la relata, sin detenerse jamás, y eso es la vida.

Sobre todo le encantaba aquella mágica capacidad de escribir líneas y líneas sobre algo cuyo nombre, sin embargo, se omitía. Una prolija catedral sintáctica construida sobre una semilla de pudor. Genial.

si por ejemplo se pudiera en el mismo instante, justo en el mismo instante, al mismo tiempo -si se pudiera apretar una rama helada en la mano, beber un sorbo de aguardiente, ver volar una carcoma, tocar el musgo, besar los labios de Jun, abrir una carta que se espera desde hace años, mirarse al espejo, apoyar la cabeza en la almohada, acordarse de un nombre olvidado, leer la última frase de un libro, oír un grito, tocar una telaraña, advertir que alguien nos llama, dejar que se nos caiga de la mano un jarrón de cristal, cubrirse la cabeza con la manta, perdonar a alguien nunca perdonado...

Todo aquello que existía, yo lo he visto al mirarte a ti. Y he estado en todas partes estando contigo. Es algo que no seré capaz de explicar nunca a nadie. Pero es así. Me lo llevaré conmigo y será mi secreto más hermoso. Adiós, Dann. No pienses nunca en mí si no es riendo. Adiós.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Nothomb, Amélie. Viaje de invierno.

Todos los lectores deberían copiar los textos que les gustan: no hay nada mejor para comprender qué los hace tan admirables. La lectura excesivamente rápida no permite descubrir lo que esa simplicidad esconde.

(...) ella cerró los ojos. "¿Qué significa esa reacción?", le dije. "Me acurruco en tus palabras", respondió.


Escenas, películas, vidas. Por Alfred Hayes.

     Era como la escena de una mala película, si es que todavía hacían cosas así en las películas; pero sobre todo era como la escena de una mala vida. (De Los enamorados).


Rayos X por Parés

Publicado en La Nación, 2 de septiembre de 2015