Pájaro de celda
Puede fallar el amor, pero prevalecerá la cortesía.
Payasadas
La vida puede ser indolora si existe la tranquilidad suficiente para que una docena de rituales puedan ser repetidos interminablemente.
Madre noche
No creo que sea una moraleja extraordinaria. Sólo que, en esta ocasión sé cuál es: somos lo que pretendemos ser, así que debemos tener cuidado con lo que pretendemos ser.
Me quedé helado.
No fue el sentido de culpabilidad lo que me heló. Me había enseñado a mí mismo a no sentirme culpable jamás.
Tampoco fue un horrible sentido de pérdida lo que me heló. Me había enseñado a mí mismo a no desear nada.
Tampoco me heló el miedo a la muerte. Me había enseñado a pensar en ella como en un amigo.
Tampoco la rabia desconsoladora contra la injusticia. Me había enseñado a mí mismo que un ser humano encontrará con más facilidad tiaras de diamantes en las cloacas que recompensas y castigos justos.
Tampoco el pensamiento de que nadie me amaba. Me había enseñado a arreglármelas sin amor.
Tampoco el pensar que Dios era cruel. Me había enseñado a mí mismo a no esperar jamás nada de Él.
Lo que me dejó helado fue el hecho de que no tenía ningún motivo para moverme en una u otra dirección. Lo que me había impulsado a movilizarme durante tantos años muertos y vacíos había sido la curiosidad.
Y ahora, inclusive eso se había extinguido.
No sé decir cuánto tiempo estuve allí, helado. Si iba a moverme otra vez , alguien tendría que ofrecerme una buena razón para hacerlo.
Y alguien lo hizo.
Un policía me observó durante un rato. Luego se me acercó y me dijo:
-¿Está bien?
-Sí.
-Ha estado ahí parado mucho tiempo.
-Lo sé.
-¿Espera a alguien?
-No.
-Entonces es mejor que siga su camino ¿no le parece?-dijo.
-Sí, señor-dije.
Y seguí mi camino.
Puede fallar el amor, pero prevalecerá la cortesía.
Payasadas
La vida puede ser indolora si existe la tranquilidad suficiente para que una docena de rituales puedan ser repetidos interminablemente.
Madre noche
No creo que sea una moraleja extraordinaria. Sólo que, en esta ocasión sé cuál es: somos lo que pretendemos ser, así que debemos tener cuidado con lo que pretendemos ser.
Me quedé helado.
No fue el sentido de culpabilidad lo que me heló. Me había enseñado a mí mismo a no sentirme culpable jamás.
Tampoco fue un horrible sentido de pérdida lo que me heló. Me había enseñado a mí mismo a no desear nada.
Tampoco me heló el miedo a la muerte. Me había enseñado a pensar en ella como en un amigo.
Tampoco la rabia desconsoladora contra la injusticia. Me había enseñado a mí mismo que un ser humano encontrará con más facilidad tiaras de diamantes en las cloacas que recompensas y castigos justos.
Tampoco el pensamiento de que nadie me amaba. Me había enseñado a arreglármelas sin amor.
Tampoco el pensar que Dios era cruel. Me había enseñado a mí mismo a no esperar jamás nada de Él.
Lo que me dejó helado fue el hecho de que no tenía ningún motivo para moverme en una u otra dirección. Lo que me había impulsado a movilizarme durante tantos años muertos y vacíos había sido la curiosidad.
Y ahora, inclusive eso se había extinguido.
No sé decir cuánto tiempo estuve allí, helado. Si iba a moverme otra vez , alguien tendría que ofrecerme una buena razón para hacerlo.
Y alguien lo hizo.
Un policía me observó durante un rato. Luego se me acercó y me dijo:
-¿Está bien?
-Sí.
-Ha estado ahí parado mucho tiempo.
-Lo sé.
-¿Espera a alguien?
-No.
-Entonces es mejor que siga su camino ¿no le parece?-dijo.
-Sí, señor-dije.
Y seguí mi camino.
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Buena puntería
Entré corriendo y subí al baño de hombres, observando en la carrera que alguien estaba pasando una enceradora. Me alivié y volví a estar tranquilo y a ser tan respetable como cualquier ciudadano o aun más. Por unos instantes me sentí extraordinariamente feliz y saludable, y entonces vi estas palabras garabateadas en los azulejos, sobre uno de los lavatorios.
To be is to do - Sócrates
To do is to be - Jean Paul Sartre
Do be do be do - Frank Sinatra
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¿Quieren saber una cosa? Todavía estamos en la Edad Media. La edad del oscurantismo... aún no terminó.
Barbazul
Se suponía que si mirabas directamente a una Gorgona te convertías en una estatua de piedra. Les he contado eso a los chicos que había en mi piscina. Nunca habían oído hablar de las Gorgonas. No creo que hayan oído hablar de nada que no saliera por la tele hace menos de dos semanas.
¿Podría dormir bien con un símbolo del peor de mis fracasos del pasado aquí mismo, en esta propiedad? Esperaba que sí.
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La Gran Depresión continuaba, y la estación y las calles estaban abarrotadas de vagabundos, igual que hoy en día. Los periódicos iban llenos de noticias sobre despidos de trabajadores y cierres de granjas y quiebras de bancos, igual que hoy en día. Lo único que ha cambiado, en mi opinión, es que, gracias a la televisión, ahora podemos esconder una Gran Depresión. Hasta podríamos estar escondiendo una Tercera Guerra Mundial.
Marilee dijo esto sobre la Nora de Casa de Muñecas: “Debería haberse quedado en casa y haberle sacado el mejor partido a las cosas”.
Sí, y ¿sabéis qué más decía el New York Times esta mañana? Los genetistas tienen evidencias incontrovertibles de que los hombres y las mujeres fueron una vez razas separadas. Los hombres evolucionaban en Asia y las mujeres evolucionaban en África. Fue simplemente una coincidencia que se interfertilizaran cuando se conocieron.
¡El clítoris, según la especulación del periódico, es el último vestigio del órgano de inseminación de una raza conquistada, esclavizada, trivializada y finalmente castrada de antropoides más débiles; pero no necesariamente más tontos!
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