lunes, 9 de enero de 2012

Tánit. Sender

Estatua de la diosa Tanit en el Museo Nacional del Bardo (Túnez)

Si se supieran todas las circunstancias del problema de cada día, la gente creería que se hallaba ante un prodigio infinitamente infausto. Aunque nunca se sabe. En la vida hay siempre un mañana que se ofrece abierto e infinitamente prometedor. Si las promesas se cumplen o no, es otra cosa.

Hago observar a Irwing y a sus amigos que en el idioma inglés no existe sino un artículo (the) para indicar los dos géneros masculino y femenino, lo que es una señal de igualdad en todos los tiempos de la historia. En español y en portugués –y en otros idiomas- tenemos dos y, a pesar de nuestra mala intención de machos despóticos, resulta que aplicamos el femenino a las cosas más grandes en lo físico lo mismo que en lo moral. El bosque puede ser pequeño, pero la selva es grande. Con el monte y la cordillera pasa lo mismo y con el río y la ría. El hombre puede ser mezquino, pero la humanidad es grandiosa. Lo mismo con el astro y la constelación. Esto quiere decir algo.

Sin embrago, tenemos nuestra imaginación compensadora y defensiva.

Yo me siento a veces como uno de ellos. Como un águila con el ala rota que tuviera que viajar en avión y no le llegara el dinero para el pasaje.

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