miércoles, 18 de enero de 2012

Lem, Stanislav. Solaris

     

     -Un hombre normal -dijo-. ¿Qué es un hombre normal? ¿Aquel que nunca cometió nada abominable? Bueno ¿pero no tuvo nunca pensamientos desordenados? Quizá ni siquiera eso... Algo, un fantasma, pudo haber surgido en él alguna vez, hace diez o treinta años, algo que él rechazó, y que ha olvidado; algo que no temía, pues sabía que nunca permitiría que cobrara fuerzas, que se manifestara de algún modo. Imagínate ahora que de pronto, en pleno día, vuelve a encontrar ese pensamiento, encarnado, clavado en él, indestructible. Se pregunta dónde está... ¿tú sabes dónde está?


El polvo de las bibliotecas ha sepultado el repertorio infinito de las suposiciones.


(...) Yo no tenía ninguna esperanza, y sin embargo vivía de esperanzas; desde que ella había desaparecido no me quedaba otra cosa. No sabía qué descubrimientos, qué burlas, qué torturas me aguardaban aún. No sabía nada, y me empecinaba en creer que el tiempo de los milagros crueles aún no había terminado.

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