martes, 9 de abril de 2013

Nothomb, Amélie. Biografía del hambre

    
 Es notorio que no entiendo nada sobre la materia:  mi opinión es la menos interesante del universo. Eso, no obstante, no significa que no tenga opinión.

     (...) cada uno tiene el caviar que puede.

     Y ya que tanto me amas, te concedo un don, el de tener un constante deseo de mí. Contrariamente a esa pobre gente que deja de tener sed a medida que bebe, tú, cuanto más me bebas, mayor será tu deseo  de mí, y más vivo tu placer de saciarlo. Un destino fabuloso ha querido que yo sea para ti el soberano bien, precisamente aquel cuya absoluta generosidad te será concedida. No temas, nadie vendrá a decirte que te detengas, puedes continuar, soy tu prerrogativa, escrito está que te será concedida sin medida, sólo a ti que contienes la suficiente sed para satisfacerme.

     Me había acostumbrado en grado sumo a la idea de que la existencia sería un largo alborozo alcoholizado, rebosante de bailarinas, animado con espectáculos musicales, con los rascacielos de Manhattan como único horizonte.

     (...) me mantenía en una era glacial en la que los sentimientos ya no crecían.

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