viernes, 18 de febrero de 2011

Saer, Juan José


La pesquisa



Una buena cualidad lo protegía: la incapacidad de compadecerse a sí mismo. Su poder de concentración era una especie de círculo mágico, siempre iluminado, que mantenía afuera, en la penumbra, las masas informes y confusas de emoción, miedo, angustia, odio, autocompasión, que hubiesen podido agitar, en la zona clara, su teatro de sombras.


(...) demostrarían que, más allá de lo que decía Oscar Wilde, que el informe cita con nombre y apellido, los seres humanos no solamente destruyen lo que aman, sino que sobre todo aman lo que los destruye.

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