martes, 18 de mayo de 2010

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El dato de Rita lo tengo, lo tenemos todos, por el baile demoledor de Gilda, que termina con el sopapo del boludo de Glenn Ford en un improbable club nocturno porteño hacia mediados de los ’40; ahí ella, cantando mal –pero, ¿quién la oía?–, levantaba los purísimos brazos sobre la cabeza mientras se sacaba los interminables guantes y agitaba la melena pelirroja, pese al blanco y negro. Una cosa infernal.
(Juan Sasturain, De los pelos. Página 12, 30 de noviembre 2009)

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