martes, 25 de julio de 2023

Una vida plena. L. J. Davis

 El señor Busterboy estaba cubierto de polvo de yeso, como la mayoría de sus hombres, y Lowell no quiso insistir con el asunto. Al rato fue a la tienda de la esquina y compró media docena de cervezas. regresó y abrió una, pero se sentía culpable de beber cerveza fría frente a los obreros, y les dio las otras latas. Eso significaba que no había suficiente para él. Cuando volvió a la tienda compró una caja entera. la puso en el tope de la escalinata y los invitó a que recogieran todas las latas que quisieran. La caja desapareció en poco tiempo, y fue a comprar otra, y al cabo todos estaban borrachos. Lowell, la cuadrilla y el señor Busterboy se entregaron a una extraña y letárgica camaradería: el tiempo había aminorado la marcha y el placer era un objeto impecable, como un guijarro liso.

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