miércoles, 1 de diciembre de 2010

Terenci Moix



El sexo de los ángeles


Tú te pierdes por los caminos de la memoria, donde todo es posible.


Había hablado en un tono muy bajo, y aun yo bajé el mío para decirle:
-Es un sueño. Todos bebemos demasiado.

Ella demostraba, así, la perseverancia de un boy scout leninista (…)


- No digo que te falte razón. Toda esta gente que nos gusta, los que nos sustentan, también se encontrarían saturados de experiencias anteriores. Pero no te extrañe que nos seduzcan tanto los amigos de lo imposible.


En resumen: lo consideré un personaje completamente vulgar, a quien no quedaba otro remedio que adorar a alguien, porque nunca encontraría a nadie que le adorase a él.


A medida que se alejaba, sentí que mi soledad se iba acentuando. Cuando desapareció en la distancia, la soledad fue inconmensurable. Y, sin embargo, no había alcanzado su máximo grado de saturación. Lo alcanzaría a partir de entonces, progresiva y calculadamente, (...)


-Tu ética debe de ser muy peculiar, ya que actúas según la intolerancia que censuras en los demás. Te estás convirtiendo en un inquisidor.

Siempre he creído que, con aquellos intentos de proteccionismo salvaje, el pobre abandonado pretendía recuperar su amor a largo plazo.

Una vez perdida, la lucidez tarda mucho en regresar, y en algunos casos no lo hace nunca.

Contrariamente al éxito, el fracaso tiene la ventaja de no despertar envidia, que suele ser un sentimiento muy incómodo. El fracaso de los demás nos lleva a la piedad y así nos sentimos más presentables a nuestros propios ojos.

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