Una extraña dictadura
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre tiene hoy un aspecto subversivo y sus aspiraciones parecen utopías delirantes. Pero siempre queda bien como decorado, es de buen tono referirse a ella.
Una aventura tan difícil, improbable y apasionada, fascinante a pesar de las aflicciones, merece admiración, como la merecen aquellos que la viven, que perseveran en el deseo de vivirla a pesar de la brevedad de la suerte que le toca a cada uno.
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