jueves, 21 de marzo de 2024

De Santis. Las plantas carnívoras

 (...) terminé mirando "Bonanza", que ni siquiera me gustaba, por esa seducción fácil que tienen las cosas conocidas.


Cada casa era como un museo armado por sus habitantes, y los objetos resumían sus vidas, y a través de ellos no se veía otra cosa que conformidad, hastío y decepción.


(...) tenía el aire de venir de un lugar remoto, de esos lugares a los que uno siempre soñó ir y no fue.


Aquel bar era el lugar más deprimente que se podía imaginar. Me gustó de inmediato.


Se acercó sin apuro, sonriendo. Estaba enfermo y probablemente arruinado, pero había tanta elegancia, tanta seguridad en sus pasos como si acabara de conquistar una ciudad. Todos los fracasos no lo habían ni siquiera rozado; cada vida es un idioma distinto, que sólo desde adentro se puede traducir.


Yo a veces me quedaba pensando en mis vidas posibles, en esos caminos que uno no tomó o no pudo tomar, imaginando las consecuencias de esas decisiones: es un juego estúpido, y no lo recomiendo a nadie. Peor que pensar qué hará uno en el futuro (lo que también es un juego estúpido que tampoco recomiendo a nadie).

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