(...) estudiaba a fondo cómo iba a explicarle el asunto, y a pesar de que ella seguía sin aparecer, él acabó hablando con ella, como si estuviera allí, y escuchando sus respuestas. (De Mr Gwyn)
(...) y pensaba en la misteriosa permanencia de las cosas en la corriente nunca quieta de la vida. pensaba que, viviendo con ellas, uno acaba dejando siempre algo como una ligera mano de pintura, el tinte de ciertas emociones destinadas a decolorarse, bajo el sol, en recuerdos. (...) Pensaba en la misteriosa permanencia del amor, en la corriente nunca quieta de la vida.
(De Tres veces al amanecer)
(...) y pensaba en la misteriosa permanencia de las cosas en la corriente nunca quieta de la vida. pensaba que, viviendo con ellas, uno acaba dejando siempre algo como una ligera mano de pintura, el tinte de ciertas emociones destinadas a decolorarse, bajo el sol, en recuerdos. (...) Pensaba en la misteriosa permanencia del amor, en la corriente nunca quieta de la vida.
(De Tres veces al amanecer)
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