Era una pausa que, desde tiempo inmemorial, ambos protagonistas dedicaban a la reflexión. El silencio se acumulaba a grandes rasgos.
Era otra cosa. "¿Por qué he huido?" La pregunta iba cobrando muy deprisa la fijeza de un remordimiento.
Se le ocurrió, como si se sintiera recorrido por una sensación de velocidad vertiginosa, que quizá no había ocurrido lo ocurrido, o que carecía de importancia, que, creyendo ahora que se esforzaba en recordarlo, se esforzaba, de hecho, en inventarlo pura y simplemente.
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