domingo, 20 de septiembre de 2009
sábado, 19 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Los marcadores de punta según Sasturain
Elementos para una teoría del marcador de punta
LOS PIBES chicos que patean con los viejos, o los grupitos primarios de un arquero y dos o tres que la corren, suelen llevar camisetas surtidas, números repetidos: muchos diez, muchos nueves, varios unos grandotes sobre el buzo de arquero, algunos -raros- con sueños de wing, despistados volantes de contención, ciertos roperitos con tranco de Passarella y hasta algún atlético proyecto de stoppper. De todo, menos marcadores de punta…
Claro que cuando se elige, se entreveran y arman el partido -un rato, unos años después-, algún gordito soñador de Bochini con la "roja" número diez sin transpirar termina jugando allá, al fondo a la derecha y amurado contra la raya, sobre el vertiginoso andarivel por el que avanzará un humillante y previsible habilidoso para dejarlo en el piso , el culo arando el pasto duro como la dura realidad. Su sueño de diez, da para cuatro.
Cualquier observador de picados lo sabe: el diez está enamorado de la peIota, el nueve esta de novio con el arco, pero el cuatro está casado, para siempre, con la raya ... Ser marcador de punta -asumirlo de pibe, por ejemplo- requiere entereza porque es no bajar la guardia pero sí resignar banderas. Es duro.
Pero es así. Del mismo modo que nadie tiene vocación de jefe de personal, encargado de buffet o corrector de pruebas, nadie que juegue al fútbol quiso ser marcador de punta, sino que terminó siéndolo. Las camisetas 3 y 4 languidecen en los estantes y en los vestuarios hasta que las manotea- con bronca o agradecida esperanza la mano flaca del más chico del grupo, la mano lenta del "dogor”. Uno no quiso ser marcador de punta: lo empuja la realidad, lo confina a un papel lateral sin protagonismo, una zona marginal de tensa calma.
LOS PIBES chicos que patean con los viejos, o los grupitos primarios de un arquero y dos o tres que la corren, suelen llevar camisetas surtidas, números repetidos: muchos diez, muchos nueves, varios unos grandotes sobre el buzo de arquero, algunos -raros- con sueños de wing, despistados volantes de contención, ciertos roperitos con tranco de Passarella y hasta algún atlético proyecto de stoppper. De todo, menos marcadores de punta…
Claro que cuando se elige, se entreveran y arman el partido -un rato, unos años después-, algún gordito soñador de Bochini con la "roja" número diez sin transpirar termina jugando allá, al fondo a la derecha y amurado contra la raya, sobre el vertiginoso andarivel por el que avanzará un humillante y previsible habilidoso para dejarlo en el piso , el culo arando el pasto duro como la dura realidad. Su sueño de diez, da para cuatro.
Cualquier observador de picados lo sabe: el diez está enamorado de la peIota, el nueve esta de novio con el arco, pero el cuatro está casado, para siempre, con la raya ... Ser marcador de punta -asumirlo de pibe, por ejemplo- requiere entereza porque es no bajar la guardia pero sí resignar banderas. Es duro.
Pero es así. Del mismo modo que nadie tiene vocación de jefe de personal, encargado de buffet o corrector de pruebas, nadie que juegue al fútbol quiso ser marcador de punta, sino que terminó siéndolo. Las camisetas 3 y 4 languidecen en los estantes y en los vestuarios hasta que las manotea- con bronca o agradecida esperanza la mano flaca del más chico del grupo, la mano lenta del "dogor”. Uno no quiso ser marcador de punta: lo empuja la realidad, lo confina a un papel lateral sin protagonismo, una zona marginal de tensa calma.
Hábitat y enemigos naturales
EI ambiente natural del marcador de punta en sus especies más comunes es
la franja lateral. A un costado la raya marca su límite territorial de seguridad; hacia adentro se extiende un espacio complejo y peligroso por el que suele transitar, fugazmente, para regresar presuroso como gato al umbral. Su zona es fértil y por lo general permanece casi virgen un espacio verde por el que, apenas, se aventuran los demás pero que recorre, con persistencia de comadreja buscadora, su enemigo natural y depredador principal: el wing.
Porque el marcador de punta existe para el wing, carece de sentido sin él. Nacido para marcar, eI cIásico y fanático acoso del puntero, tiene algo de resentimiento: "un verdadero perro de presa" era el elogio en la época florida de Fioravanti y Pedrito Valdez, el de "la verde gramilla", cuando había que hacer el panegírico del Cholo Simeone, un arquetipo, casi la idea platónica del cuatro argentino de una época.
Los oficios terrestres
No es necesario haber escuchado las obras completas de Zavatarelli para saberlo: puestos allí por el destino, sin vocación ni estímulo, los marcadores de punta desarrollaron una artesanía de marca y achique, un abecé elemental o complejo que se plasmó en oficio. Eso es: los marcadores tienen oficio -condición laboral- del mismo modo que los centrodelanteros tienen olfato -condición natural- y los números diez talento o calidad -condición excepcional-. Los wines no; los wines son locos, ya se sabe.
EI ambiente natural del marcador de punta en sus especies más comunes es
la franja lateral. A un costado la raya marca su límite territorial de seguridad; hacia adentro se extiende un espacio complejo y peligroso por el que suele transitar, fugazmente, para regresar presuroso como gato al umbral. Su zona es fértil y por lo general permanece casi virgen un espacio verde por el que, apenas, se aventuran los demás pero que recorre, con persistencia de comadreja buscadora, su enemigo natural y depredador principal: el wing.
Porque el marcador de punta existe para el wing, carece de sentido sin él. Nacido para marcar, eI cIásico y fanático acoso del puntero, tiene algo de resentimiento: "un verdadero perro de presa" era el elogio en la época florida de Fioravanti y Pedrito Valdez, el de "la verde gramilla", cuando había que hacer el panegírico del Cholo Simeone, un arquetipo, casi la idea platónica del cuatro argentino de una época.
Los oficios terrestres
No es necesario haber escuchado las obras completas de Zavatarelli para saberlo: puestos allí por el destino, sin vocación ni estímulo, los marcadores de punta desarrollaron una artesanía de marca y achique, un abecé elemental o complejo que se plasmó en oficio. Eso es: los marcadores tienen oficio -condición laboral- del mismo modo que los centrodelanteros tienen olfato -condición natural- y los números diez talento o calidad -condición excepcional-. Los wines no; los wines son locos, ya se sabe.
[de El día del arquero, il. Fontanarrosa]
domingo, 13 de septiembre de 2009
Recetas vudú
Para desembarazarse de un enemigo
Para ello se escribe el nombre de un enemigo determinado en la espalda de una muñeca vudú con Tinta de Aceite de Paloma. Luego se la unta con Aceite Vudú, y se coloca la muñeca con la cara hacia arriba sobre un trozo de raso negro. Se la espolvorea con Polvos Patchouly y se procede luego a clavarle un alfiler de acero cerca del corazón.
A continuación se dice lo siguiente: este es mi enemigo... no un juguete, y al pronunciar tu nombre... te destruyo.
Estas palabras se repiten siete veces seguidas y luego se envuelve cuidadosamente la muñeca en el raso negro. Después se la oculta en el lugar más insospechado (un armario oscuro), y luego, se procede a encender un trozo de Incienso Traspasador. Mientras el incienso humea, hay que repetir las siguientes palabras: ¡Arde incienso, arde, arde, incienso arde! ¡Mi temido enemigo debe retorcerse y desaparecer! ¡Por todo el poder vudú del mundo, permite que este acto se ejecute y más aún!
Este ritual místico vudú siempre se repite durante siete noches seguidas. El mejor momento es a medianoche. Al cabo de estas siete noches, y después de haberse efectuado este acto ritual, se espolvorea la muñeca, envuelta, con Polvos Vesta. Luego se procede a quemar cuidadosamente la muñeca en el altar y se esparcen después sus cenizas al aire fresco de la noche, o bien se escoge un lugar solitario y se entierra la muñeca en un sitio donde no pueda ser nunca encontrada.
Para desembarazarse de alguien que le detesta
Cualquier persona que parece que le odia y constantemente le causa problemas puede ser apartado de su vida. Salga a la calle y compre nueve gallos negros y un poco de Vinagre de los Cuatro Ladrones. Consiga nueve trozos de madera para utilizarlos como estacas. Atravesando los gallos con los trozos de madera y rociándolos después con este vinagre especial, los vuduistas aseguran que el resultado es infalible.
jueves, 10 de septiembre de 2009
Brian Aldiss, El tapiz de Malacia
En cuanto al carácter, tenía todo lo que se puede desear en un amigo: divertido, perezoso, vano y disoluto.
(...) un hombre es poco más que carne de cañón. Todo lo que podemos hacer es decidir en qué cañones permitiremos que nos metan. Y esa decisión no es permanente; más aún, has de tomarla cada día de tu vida.
- Me alegro de que ése sea tu deseo. También es el mío, sinceramente. Sin embargo, hay fuerzas que separan a las personas, contra lo que ellas desean.
Lo dijo serenamente, como siempre.
- Nos mantendremos animados y así superaremos cualquier dificultad.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
Alejandro Casona, Prohibido suicidarse en primavera
- Quédese usted con lo soñado. Y dedíquese a escribir.
- ¿A escribir?
- Sí: es otra forma de heroísmo. Las novelas nunca las han escrito más que los que son incapaces de vivirlas (…)
- Yo tengo un libro de versos.
- Rómpalo usted en seguida. Y no se atreva a confesar eso entre sus compañeros; le perderán el respeto.
García Márquez, Gabriel
Real Academia Española, "los empeños de la vanidad"
Del Shannon Runaway
Letra traducida:
Mientras camino, me pregunto qué estuvo mal
con nuestro amor, un amor que era tan fuerte.
Y mientras sigo caminando, pienso en las cosas que hicimos juntos.
¡Por un instante nuestros corazones fueron jóvenes!
Soy un caminar en la lluvia, las lagrimas están cayendo y siento el dolor
deseando que estuvieras aquí junto a mí, para terminar esta miseria
y me pregunto porqué, porqué ella huyó,
y me pregunto en dónde estará,
mi pequeña fugitiva.
Huye, huye, huye, huye, fugitiva.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Desperados. (Lucky Luke y Sender)
Sender, El bandido adolescente
En el suroeste la gente de habla inglesa llama así –es decir, desperados- a los hombres que tratan de escapar a sus perseguidores después de haber hecho alguna fechoría grande. Desperados. La presencia de los españoles en el mundo ha dejado palabras que aluden frecuentemente a la violencia. Un desperado (es decir, desesperado) es lo que los yanquis llaman en su idioma un gangster. En inglés expresan con esa palabra la peculiaridad social del hombre. Un gangster es un hombre de gang, es decir de cuadrilla. Un desperado es una definición moral y además un tipo de criminal individualizado e individualista. Hay que distinguir entre el gregario violento y el verdadero héroe solitario que va y viene sin compañía entre el cielo y la tierra.
En el suroeste la gente de habla inglesa llama así –es decir, desperados- a los hombres que tratan de escapar a sus perseguidores después de haber hecho alguna fechoría grande. Desperados. La presencia de los españoles en el mundo ha dejado palabras que aluden frecuentemente a la violencia. Un desperado (es decir, desesperado) es lo que los yanquis llaman en su idioma un gangster. En inglés expresan con esa palabra la peculiaridad social del hombre. Un gangster es un hombre de gang, es decir de cuadrilla. Un desperado es una definición moral y además un tipo de criminal individualizado e individualista. Hay que distinguir entre el gregario violento y el verdadero héroe solitario que va y viene sin compañía entre el cielo y la tierra.
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