Cósimo Schmitz, infeliz; protestó de su pasado vacío y rogó a Demetrius que le diera un pasado de filibustero de lo más audaz y siniestro, pues durante cuarenta años se había levantado todos los días a la misma hora en la misma casa, hecho todos los días lo mismo y acostádose todas las noches a igual hora, por lo que estaba enfermo de monotonía total del pasado.
Y si así no es, es porque es mucho más.
En tren de recomendar, recomiéndase también una Psiquiatría Constructiva que procure a cada uno el grado y tipo de locura que ayude a vivir ilusionado; un 10 por ciento de demencialidad, euforia y analgesia por mitades, que nos deshorrorice algo el vivir, que nos desperfile la fiereza del encarnamiento que nos pone la Vida.
Discusión con los noes totales del Silencio.
Tragedia y Humorística no sufren límites en el Arte ni en la Vida.
Pero es igualmente “práctico” saber cómo evitar o lograr los malos y buenos ensueños.
No se cercena importancia a una escena titulándola ensueño y notando que ella no tuvo efectos sobre la realidad, pues los estados en sí, y más los de afección, son lo que vale; lo sufrido o gozado en ensueños es mucho de nuestra vida, es de todos los días. Por otra parte, el placer de las realizaciones en la vigilia de lo que en vigilia deseáramos, es muy mermado, según poetas y ensayistas, y el poder soñar no es despreciable compensación de malas realidades.
La vigilia es un incesante desorden amenazado por algunas regularidades.
Y si así no es, es porque es mucho más.
En tren de recomendar, recomiéndase también una Psiquiatría Constructiva que procure a cada uno el grado y tipo de locura que ayude a vivir ilusionado; un 10 por ciento de demencialidad, euforia y analgesia por mitades, que nos deshorrorice algo el vivir, que nos desperfile la fiereza del encarnamiento que nos pone la Vida.
Discusión con los noes totales del Silencio.
Tragedia y Humorística no sufren límites en el Arte ni en la Vida.
Pero es igualmente “práctico” saber cómo evitar o lograr los malos y buenos ensueños.
No se cercena importancia a una escena titulándola ensueño y notando que ella no tuvo efectos sobre la realidad, pues los estados en sí, y más los de afección, son lo que vale; lo sufrido o gozado en ensueños es mucho de nuestra vida, es de todos los días. Por otra parte, el placer de las realizaciones en la vigilia de lo que en vigilia deseáramos, es muy mermado, según poetas y ensayistas, y el poder soñar no es despreciable compensación de malas realidades.
La vigilia es un incesante desorden amenazado por algunas regularidades.
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