(...) nada mejor que ser mediocre para pensar bien de uno mismo.
-Si me sientes, no es tan malo.
- Te siento, y eso significa que siento cuando no estás.
-Cuando sabes que será colmada, la ausencia es buena.
-Nunca lo es.
-No te quejes tanto. No eres tan desgraciado.
Entendió que no debía insistir.
Resolvieron la cuadratura del círculo: al éxtasis hipnótico de los comienzos amorosos se le añadía la tranquila certeza de la eternidad. Este amor se ahorró cualquier juramento, candado verbal de la gente de poca fe.
En realidad, lejos de sentirse cómplices, Déodat y Trémierère comulgaban gracias a la inquietante extrañeza que tan a menudo experimentaban hacia el otro. Cuantas veces, al encontrarse, pensaban, cada uno por separado, "Es él", o "Es ella", con un asombro próximo al terror: "¿Quién es ese personaje tan singular que a partir de ahora ocupa el centro del mundo?"
Resolvieron la cuadratura del círculo: al éxtasis hipnótico de los comienzos amorosos se le añadía la tranquila certeza de la eternidad. Este amor se ahorró cualquier juramento, candado verbal de la gente de poca fe.
En realidad, lejos de sentirse cómplices, Déodat y Trémierère comulgaban gracias a la inquietante extrañeza que tan a menudo experimentaban hacia el otro. Cuantas veces, al encontrarse, pensaban, cada uno por separado, "Es él", o "Es ella", con un asombro próximo al terror: "¿Quién es ese personaje tan singular que a partir de ahora ocupa el centro del mundo?"
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