Ya sabía que la vida era en gran medida ilusiones, que aunque ocurrieran cosas maravillosas, muchos desengaños vendrían a compensarlas; también sabía que la vida podía ofrecer algo peor aún: la posibilidad de que no ocurriera absolutamente nada. Y esto último siempre era mucho más probable en una gran ciudad concentrada en sus propios asuntos.
(Una mujer poco frecuente)
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