viernes, 22 de mayo de 2015

Nothomb, Amélie. La nostalgia feliz.

   

     -Su bonsái agoniza.
     -Lo sé. ¿Qué me recomienda?
     -Nada.
     -Seguro que algo se podrá hacer.
     -¿Contra la muerte?

      Cuando una historia es tan perfecta, uno teme no estar a la altura en el futuro. Me asustan los reencuentros. Los temo tanto como los deseo.

     Es lo que resulta más absurdo de eso que me hace las veces de personalidad. No sé cómo denominar este ridículo aspecto de mi ser.

     Cuanto más banal es una pena, más profunda resulta.

     Es una ley inmutable del universo: si se nos proporciona la oportunidad de experimentar una emoción intensa y noble, siempre se produce un incidente grotesco para fastidiarlo.

     Una alegría de superviviente circula por mi interior.

     -¿Iba a un centro católico sin saberlo?
     -Hemos encontrado fotos de las maestras. Iban vestidas de religiosas. ¿No se fijó en eso?

     (...) todos estamos llamados a aspirar a lo que nos supera, lo que estaría muy bien si no fuéramos de los que sufren tanto al no alcanzarlo.

     Lo juro. El simple hecho de haber tenido que prestar juramento indica el error.

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