-¿Y viste el gol de Maradona, ése que hizo en… en… en un Mundial…? –por primera vez , el Cary Portesio, que estaba sentado casi de perfil a la mesa, cruzado de piernas, molestando el paso de los mozos, ingresaba en la charla. Lo miraron, sorprendidos porque rompiera el silencio y porque abordara un tema de fútbol, habitualmente muy remoto para él.
- ¿En México?
- En México.
- ¿Ése que hizo con la mano?- preguntó el Chelo.
- No. El otro. ¿Hizo otro, no? -insistió Cary. Aprobaron todos-. Bueno… Vas a ver que llega un día, va a llegar un día, en que digan que arrancó más atrás de mitad de cancha, que se gambeteó a medio equipo inglés, que incluso se gambeteó al arquero y que después la metió adentro… Eso van a decir… Vas a ver que llega el día en que digan eso…
Lo miraron, un poco confusos. Y optaron por no decirle nada.
Tuve una primera sensación de desánimo, que dio lugar a una segunda sensación de desánimo.
“La vida no da una tercera oportunidad”, pensó, (…)
- ¿En México?
- En México.
- ¿Ése que hizo con la mano?- preguntó el Chelo.
- No. El otro. ¿Hizo otro, no? -insistió Cary. Aprobaron todos-. Bueno… Vas a ver que llega un día, va a llegar un día, en que digan que arrancó más atrás de mitad de cancha, que se gambeteó a medio equipo inglés, que incluso se gambeteó al arquero y que después la metió adentro… Eso van a decir… Vas a ver que llega el día en que digan eso…
Lo miraron, un poco confusos. Y optaron por no decirle nada.
Tuve una primera sensación de desánimo, que dio lugar a una segunda sensación de desánimo.
“La vida no da una tercera oportunidad”, pensó, (…)
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