jueves, 28 de noviembre de 2019
miércoles, 6 de noviembre de 2019
Barbery, Muriel. La elegancia del erizo.
Los ricos piensan que la gente modesta, quizá porque su vida está enrarecida, privada del oxígeno del dinero y el don de gentes, siente las emociones humanas con una intensidad menor y una mayor indiferencia.
(...) todas estas cosas que pasan, que fallamos por poco y malogramos ya para siempre, eternamente... Todas estas palabras que deberíamos haber dicho, estos gestos que deberíamos haber hecho, estos kairos fulgurantes que surgieron un día, que no supimos aprovechar y que se sumieron para siempre en la nada... el fracaso por un margen tan pequeño...
Antoine Pallières me ha mirado con la expresión de alguien que se pregunta si de verdad ha visto lo que ha visto. Pero como está entrenado para considerar que solo ocurre lo que tiene que ocurrir, de la misma manera que los ricos se convencen de que su vida sigue un surco celestial que el poder del dinero cava naturalmente para ellos, ha tomado la decisión de creerme.
Pues, por usted, a partir de ahora buscaré los siempre en los jamases.
La belleza en este mundo.
Formo parte del 8% de la población mundial que aplaca su aprensión ahogándome en las cifras.
(...) todas estas cosas que pasan, que fallamos por poco y malogramos ya para siempre, eternamente... Todas estas palabras que deberíamos haber dicho, estos gestos que deberíamos haber hecho, estos kairos fulgurantes que surgieron un día, que no supimos aprovechar y que se sumieron para siempre en la nada... el fracaso por un margen tan pequeño...
Antoine Pallières me ha mirado con la expresión de alguien que se pregunta si de verdad ha visto lo que ha visto. Pero como está entrenado para considerar que solo ocurre lo que tiene que ocurrir, de la misma manera que los ricos se convencen de que su vida sigue un surco celestial que el poder del dinero cava naturalmente para ellos, ha tomado la decisión de creerme.
Pues, por usted, a partir de ahora buscaré los siempre en los jamases.
La belleza en este mundo.
Formo parte del 8% de la población mundial que aplaca su aprensión ahogándome en las cifras.
miércoles, 9 de octubre de 2019
viernes, 27 de septiembre de 2019
martes, 24 de septiembre de 2019
viernes, 30 de agosto de 2019
viernes, 5 de julio de 2019
Baron, Alexander. Jugador
¿Qué carajo saben ellos? Los apostadores comunes y corrientes que vienen a las carreras o merodean las casas de apuestas para divertirse, los profesionales que saben moverse y equilibrar la balanza entre el crédito y el débito... ninguno de ellos sabe qué es un jugador. Jugador es aquel que no tiene paz, que no tiene alivio, hasta que se aniquila a sí mismo. Yo soy un jugador.
Estaba bajando la escalera cuando Gus corrió para interceptarme, chorreando felicidad como si fuera salsa.
-¿Y bien, Harryboy? ¿Cómo van las cosas?
-Préstame un dólar para un taxi.
¿A que no saben lo que hice entonces? Lo único que tenía que hacer era dejar las cosas como estaban. Eso es lo que siempre me digo. Deja las cosas tal como están. Deja las cosas como están. Te salvaste. No vuelvas a poner la cabeza en la guillotina. Pero algo me espolea. Las palabras salen de mi boca. ¿De dónde vienen?
Brighton estaba atestado de gente por la temporada alta. El hotel estaba lleno de dueños de animales y grandes apostadores y el restaurante era un bullicio de fiestas regadas con champagne todas las noches. Marcia y yo nos habíamos llevado ropa buena, y yo andaba entre los cajetillas como si fuera uno de ellos. Por las noches recorríamos el casino y, debo decirles, con aquella mujer alta y elegante a mi lado, yo me sentía un rey.
Ni siquiera tuve que pedirle dinero a Marcia. Durante esos días, volví a tener suerte en las carreras. En realidad era Marcia la que tenía suerte. Apostaba por capricho y, para variar, yo la imitaba. Y ganamos, ganamos, ganamos sin parar. En el casino no me permitió sentarme a ninguna mesa de juego. Era fría como un témpano esa mujer. Pero jamás fallaba en las carreras. Ganamos lo suficiente para pagar nuestra estadía y darnos todos los gustos. Yo tenía la billetera llena, gastaba todas mis ganancias en Marcia y me sentía un hombre poderoso.
¿A que no saben lo que hice entonces? Lo único que tenía que hacer era dejar las cosas como estaban. Eso es lo que siempre me digo. Deja las cosas tal como están. Deja las cosas como están. Te salvaste. No vuelvas a poner la cabeza en la guillotina. Pero algo me espolea. Las palabras salen de mi boca. ¿De dónde vienen?
Brighton estaba atestado de gente por la temporada alta. El hotel estaba lleno de dueños de animales y grandes apostadores y el restaurante era un bullicio de fiestas regadas con champagne todas las noches. Marcia y yo nos habíamos llevado ropa buena, y yo andaba entre los cajetillas como si fuera uno de ellos. Por las noches recorríamos el casino y, debo decirles, con aquella mujer alta y elegante a mi lado, yo me sentía un rey.
Ni siquiera tuve que pedirle dinero a Marcia. Durante esos días, volví a tener suerte en las carreras. En realidad era Marcia la que tenía suerte. Apostaba por capricho y, para variar, yo la imitaba. Y ganamos, ganamos, ganamos sin parar. En el casino no me permitió sentarme a ninguna mesa de juego. Era fría como un témpano esa mujer. Pero jamás fallaba en las carreras. Ganamos lo suficiente para pagar nuestra estadía y darnos todos los gustos. Yo tenía la billetera llena, gastaba todas mis ganancias en Marcia y me sentía un hombre poderoso.
miércoles, 12 de junio de 2019
martes, 11 de junio de 2019
viernes, 7 de junio de 2019
Sueño
A medida que andaba iba tomando conciencia de mí, lo que no había ocurrido hasta entonces, y descubría que había vuelto a ser joven, de unos veinticinco años, y el descubrimiento era tan placentero que me felicitaba y al andar iba pensando: Qué sueño excelente; trata de no despertar; aprovéchalo al máximo porque probablemente no vuelvas a soñarlo nunca. (Gene Wolfe, Paz)
martes, 4 de junio de 2019
martes, 28 de mayo de 2019
miércoles, 24 de abril de 2019
Susurros, por M. John Harrison
Al fin el frío se hizo tan insoportable que abandoné el intento y decidí regresar. Atravesé el pueblo bajo el constante castigo del aguanieve. Según el reloj de la iglesia eran las seis y media; no obstante, todo estaba oscuro y desierto. Sólo se oía el susurro del viento entre las bolsas de plástico negro apiñadas alrededor de los depósitos de basura.
(En El curso del corazón)
viernes, 8 de marzo de 2019
Léxico de locutor
"Pulquérrimas versiones". (Héctor Larrea, en referencia a unas canciones interpretadas por Inés Cuello, febrero 2019 FM 98.7)
Paul Theroux, cómo me sentí... palabras
(...), me sentí como un hindú que se zampa una hamburguesa.
Las palabras "ciudad china" suponían un horror peculiar para mí, como decir "lavabo ruso", "cárcel turca" o "ética periodística". Bajo la fría lluvia de invierno, con sus bloques de pisos agrietados y cubiertos de hollín, las calles enfangadas, los árboles raquíticos y el cielo de color pardo oscuro alcanzan su peor aspecto.
(De En el gallo de hierro)
Las palabras "ciudad china" suponían un horror peculiar para mí, como decir "lavabo ruso", "cárcel turca" o "ética periodística". Bajo la fría lluvia de invierno, con sus bloques de pisos agrietados y cubiertos de hollín, las calles enfangadas, los árboles raquíticos y el cielo de color pardo oscuro alcanzan su peor aspecto.
(De En el gallo de hierro)
martes, 8 de enero de 2019
James M. Cain.
Permanecimos en silencio un rato más y yo pensaba, maravillado, en que no me sentía como un canalla.
(De Serenata)
Recuerdos, según Doctorow.
Los recuerdos adquieren luminosidad por la repetición a que los somete nuestra memoria, año tras año, y por sus posibles combinaciones... y, también, en la medida en que los trabajamos y los entendemos más y mejor... por eso, lo que uno recuerda como ocurrido y lo que de hecho ocurrió no son nada más, pero tampoco nada menos que... visiones. Debo advertirles, con toda franqueza, que éstas son las visiones de un hombre viejo.
(De El arca de agua)
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