(...) ¿qué más dirás de mí?
-Añadiré que sabías sentir mejor que hablar, y que las inflexiones de tu voz eran más elocuentes que tus discursos. Pero tal vez nunca llegue a decírselo a nadie.
Su borrachera tomaba caracteres de erotismo bonachón; bebía a la salud de mujeres que permanecían unos instantes a su lado y parecía absolutamente dichoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario