lunes, 19 de diciembre de 2011

Birmajer


Tres hombres elegantes

Yo era lo peor del paso del tiempo: no la tradición ni la sabiduría, sino el aburrimiento, la dejadez, el olvido de uno mismo.

-No tenía intenciones de corregir mi historia- me dijo Miss Doris, concentrando en una frase el afán que ocupaba mi vida entera: la necesidad de corregir el pasado.

-Me parece que se equivocó de persona. Son los fraudes de la literatura.

Cada sujeto padece o cuenta con una obsesión o una necesidad que, al tiempo que lo detiene o erosiona, l e insufla un poder que ninguna tranquilidad puede conceder.

-Todavía estoy pensando qué fue lo que hice mal- agregó.
-Vivir -dije -. Pero eso lo hacemos mal todos.

(...) todos los que alguna vez fuimos conviven en lo que somos.

Dejame que te tutee, que diga cómo te amé, que te hable en el idioma vulgar de los porteños, que nunca nadie va a entender, solamente nosotros dos. Dejame que te hable en un idioma que sólo existe mientras nosotros dos lo hablamos: vos en el limbo; yo en otro limbo, el de mi vida.

Padre... ¿por qué me has dejado en este mundo en el que no sé nada, en el que todo me sale mal, en el que no sé para dónde caminar ni por dónde volver? ¿Por qué te has muerto antes de que deje de ser un niño, por qué te has muerto antes de que me convierta en un adulto? ¿Por qué te has muerto sin explicarme nada?

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