(...) Cuando compramos algo, de manera inconsciente, creemos que nos han hecho un regalo.
-¿Y la política exige un flujo constante de regalos? ¿Un nuevo hospital, una nueva escuela, una nueva autopista...?
-Exacto. Y ya sabemos lo que sucede con los niños que nunca reciben un juguete. Hoy todos somos niños. Nos guste o no nos guste, sólo el consumismo puede mantener unida a una sociedad moderna. Toca los resortes adecuados.
-Entonces... el liberalismo, la libertad, la razón...
-¡Fracasaron! La gente ya no quiere que apelen a ella mediante la razón. –Sangster se inclinó e hizo rodar la copa de jerez sobre el escritorio, como esperando a que se levantara por sus propios medios-. El liberalismo y el humanismo son un freno enorme para la sociedad. Explotan la culpa y el miedo. Las sociedades no son más felices cuando la gente ahorra sino cuando gasta. Lo que necesitamos ahora es un tipo de consumismo delirante, como el que se ve en los salones del automóvil. La gente tiene ansias de autoridad y sólo el consumismo se la puede dar.
-¿Si uno compra un nuevo perfume, unos nuevos zapatos, se convierte en una persona mejor y más feliz? ¿Y usted puede hacer entender todo eso a sus adolescentes?
-No hace falta. Está en el aire que respiran. Recuerde, Richard, que el consumismo es una ideología redentora. En su mejor expresión, intenta dar calidad estética a la violencia, aunque desgraciadamente no siempre lo consigue...
-Pero ¿acaso no han triunfado la razón y la Ilustración?
- No. Porque no somos, ni mucho menos, criaturas razonables y racionales. Recurrimos a la razón cuando nos conviene. Hoy, para la mayoría, la vida es cómoda y, si queremos, disponemos de tiempo para no ser razonables. Somos como niños aburridos. Hace demasiado tiempo que estamos de vacaciones y nos han dado demasiados regalos. Cualquiera que haya tenido hijos sabe que el mayor peligro es el aburrimiento. Aburrimiento y un secreto placer ante la propia maldad. Juntos pueden generar una notable inventiva.
-¿Llenemos de caramelos la boca del niño a ver si deja de respirar?
-Exacto. – (...)
-¿Sexo?
-Ya han probado el sexo. Tarde o temprano el sexo se convierte en un trabajo duro. El intercambio de parejas es divertido, pero uno conoce a demasiadas personas que desprecia. La decadencia exige cierto grado de inocencia.
(...) Hoy la gente está desesperada por creer, pero sólo puede llegar a Dios mediante la psicopatología. Mire las zonas más religiosas del mundo actual, Oriente Medio y Estados Unidos. Son sociedades enfermas que aún van a enfermar más. La gente nunca es tan peligrosa como cuando sólo le queda creer en Dios.
(...) El capitalismo tardío se rasca las hemorroides y trata de calcular dónde va a cagar la próxima vez. Todas las puertas del retrete, menos una, están cerradas.
-¿Y la política exige un flujo constante de regalos? ¿Un nuevo hospital, una nueva escuela, una nueva autopista...?
-Exacto. Y ya sabemos lo que sucede con los niños que nunca reciben un juguete. Hoy todos somos niños. Nos guste o no nos guste, sólo el consumismo puede mantener unida a una sociedad moderna. Toca los resortes adecuados.
-Entonces... el liberalismo, la libertad, la razón...
-¡Fracasaron! La gente ya no quiere que apelen a ella mediante la razón. –Sangster se inclinó e hizo rodar la copa de jerez sobre el escritorio, como esperando a que se levantara por sus propios medios-. El liberalismo y el humanismo son un freno enorme para la sociedad. Explotan la culpa y el miedo. Las sociedades no son más felices cuando la gente ahorra sino cuando gasta. Lo que necesitamos ahora es un tipo de consumismo delirante, como el que se ve en los salones del automóvil. La gente tiene ansias de autoridad y sólo el consumismo se la puede dar.
-¿Si uno compra un nuevo perfume, unos nuevos zapatos, se convierte en una persona mejor y más feliz? ¿Y usted puede hacer entender todo eso a sus adolescentes?
-No hace falta. Está en el aire que respiran. Recuerde, Richard, que el consumismo es una ideología redentora. En su mejor expresión, intenta dar calidad estética a la violencia, aunque desgraciadamente no siempre lo consigue...
-Pero ¿acaso no han triunfado la razón y la Ilustración?
- No. Porque no somos, ni mucho menos, criaturas razonables y racionales. Recurrimos a la razón cuando nos conviene. Hoy, para la mayoría, la vida es cómoda y, si queremos, disponemos de tiempo para no ser razonables. Somos como niños aburridos. Hace demasiado tiempo que estamos de vacaciones y nos han dado demasiados regalos. Cualquiera que haya tenido hijos sabe que el mayor peligro es el aburrimiento. Aburrimiento y un secreto placer ante la propia maldad. Juntos pueden generar una notable inventiva.
-¿Llenemos de caramelos la boca del niño a ver si deja de respirar?
-Exacto. – (...)
-¿Sexo?
-Ya han probado el sexo. Tarde o temprano el sexo se convierte en un trabajo duro. El intercambio de parejas es divertido, pero uno conoce a demasiadas personas que desprecia. La decadencia exige cierto grado de inocencia.
(...) Hoy la gente está desesperada por creer, pero sólo puede llegar a Dios mediante la psicopatología. Mire las zonas más religiosas del mundo actual, Oriente Medio y Estados Unidos. Son sociedades enfermas que aún van a enfermar más. La gente nunca es tan peligrosa como cuando sólo le queda creer en Dios.
(...) El capitalismo tardío se rasca las hemorroides y trata de calcular dónde va a cagar la próxima vez. Todas las puertas del retrete, menos una, están cerradas.
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