(...) con un amor enloquecido que duró hasta que se lo llevó sin misericordia el ventarrón de la vida real.
No resistí más. Ella los sintió, vio mis ojos húmedos de lágrimas, y solo entonces debió descubrir que ya no era el que fui y le sostuve la mirada con un valor del que nunca me creí capaz. Es que me estoy volviendo viejo, le dije. Ya lo estamos, suspiró ella. Lo que pasa es que uno no lo siente por dentro, pero desde fuera todo el mundo lo ve.
No habría cambiado por nada del mundo las delicias de mi pesadumbre
Leyendo Los idus de marzo encontré una frase siniestra que el autor atribuye a Julio César: Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es.
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