Los recuerdos adquieren luminosidad por la repetición a que los somete nuestra memoria, año tras año, y por sus posibles combinaciones... y, también, en la medida en que los trabajamos y los entendemos más y mejor... por eso, lo que uno recuerda como ocurrido y lo que de hecho ocurrió no son nada más, pero tampoco nada menos que... visiones. Debo advertirles, con toda franqueza, que éstas son las visiones de un hombre viejo.
(De El arca de agua)