(...) con la serena e imponente dignidad de los grandes vencidos.
A medida que pasa el tiempo, más hondo, secreto y poco visitado es el rincón donde van a ocultarse esas imágenes. Es así como trabaja el olvido: nuestros asuntos, de tan nuestros, pasan a ser extraños por obra del poder mimético, engañoso y constante del precario presente.
Sólo que, en mi caso, por esa rendija se me escapó la vida. La vida que quise vivir, es claro. Ésta de ahora es una tarea en donde sólo pongo el cuerpo. No es que lo hubiera perdido todo. Es que perdía lo único por lo que valía la pena seguir apostando contra la muerte.
(...) me di cuenta de que había hecho bien y que nada agregaría el hacerle saber algo que, para él, pertenecía a un ayer sepultado para siempre, si no en el olvido, sí, desde luego, en la tiniebla irrevocable de lo que nunca ha de volver.
"(...) No se preocupe". Fue en ese momento cuando comencé a preocuparme. Sé muy bien lo que en estos países significa la frase "no se preocupe". Debe entenderse como: "si algo nos pasa no hay nada que hacer, así que no vale la pena preocuparse".
Noticias que me empeñaba en esperar, más por impulso de mis deseos y ansiedades que por razones reales y tangibles.
(...) no había lugar para construir nada, para esperar nada que no fuera una descalabrada experiencia que haría de nuestra relación una madeja de reclamos silenciados, de culpas y frustraciones disfrazadas. Lo de siempre, en fin, cuando se parte de una distorsión de la realidad y tomamos nuestros deseos por verdades incontrovertibles.