Ir a casa había resultado un desastre, todo había resultado desastroso, exceptuando ese momento, ese momento de euforia con los polis corriendo tras él por encima de la basura en el solar, las ratas huyendo a todo correr, las pistolas disparando contra la noche, minúsculos destellos amarillos, las balas zumbando cerca de su cabeza: él era Superman, era capaz de saltar por encima de altos edificios, podía correr más que una locomotora a toda velocidad, era invencible, era indestructible.
Prorrumpió en carcajadas.
Los policías se pararon en seco al oír la risa.
Cesaron los tiros.
En un instante Colley se encontró al otro lado de la valla, fuera de peligro.