Y se decía que lo que estaba haciendo era estúpido, hasta ridículo: como todas las cosas dictadas por el sentimiento, cosas que sólo en el ámbito del sentimiento tienen significado y que, en cambio, son grotescas en la realidad.
Pero estaba de verdad ansioso y conmovido, con todo su ser vibrante en la espera.
(...) los dichos de los antiguos siempre resultan verdaderos: verdugo jamás falta.
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